De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

reloj público
pasan los colegiales
apresurados




miércoles, 25 de noviembre de 2009

Esto es álgebra

SIn palabras









lunes, 23 de noviembre de 2009

Poema

El Rincón se sigue vistiendo de gala al recibir colaboraciones verdaderamente valiosas en su sección "Escritores invitados".
Hoy les propongo un P a n F r e s c o

martes, 17 de noviembre de 2009

haiku no ortodoxo

El Rincón Amansalocos ha recibido nuevamente un regalo de una escritora amiga

Arroyo

Cantos rodados
Murmullo en piedras
Brilla el agua

©-Derechos Reservados. ® 7 de Marzo del 2009

Arroyo de montaña
Entre León y Asturias

Óleo sobre tabla 80 x 30.6 cm
Manuel Sosa © 1996
tomado de:
http://manuelsosa.com/Paisajes/source/arroyo_largo.php

lunes, 16 de noviembre de 2009

ÍMPRIMASE

y hágase válido

sábado, 14 de noviembre de 2009

¡Chin!

¡Chin! *
Víctor Jiménez

Tomado de JIMÉNEZ, Víctor:
El pozo
Ed. Fridaura. México. 1995. p. 49.

Nervioso, pensando en la aceptación del público, espera la señal que le indicará el momento de iniciar su actuación.

Por fin la luz esperada lo conduce al escenario. Rápidamente inicia su acto de malabarismo, con su mirada recorre las pelotas que hábilmente juegan entre sus manos alegremente. Los ojos brincoteando de aquí para allá, unidos a su carita pintada de payaso provocan risas en algunos. Tal vez en parte su nerviosismo se debe a su corta edad y a la poca experiencia que tiene. El tiempo apremia así que se dirige al público esperando su aprobación. Al fondo del escenario unas manos le hacen señas, él intenta llegar, pero no puede. --¡Chin! --piensa-- Otra vez no calculé bien el tiempo.

La luz ha cambiado y los autos reinician su veloz carrera.


* El pozo, recopilación de cuentos breves de Víctor Jímenez, "cuenta historias que afloran en la calle, decires que emergen desde su propia profundidad para alcanzar a ras del pavimento la queja, la denuncia, la impotencia ante lo injusto de un sistema que nos va minando a todos".

viernes, 13 de noviembre de 2009

Comodidad

patio mojado
las perras buscaron
el cuadro de sol





Como he tenido un día difícil...

les comparto este video para que se diviertan un poco.


miércoles, 11 de noviembre de 2009

Serpientes y escaleras

Nota introductoria:
Nuevamente falto a mi propósito de no refritearme.
Pero tengo dos motivos: Este es el primer texto que subí a la red, hace más de seis años, y le tengo algún aprecio.
Y el otro, que me temo que la página donde está, Predicado.com, algún tiempo un excelente lugar de reunión de escritores y que ahora sufre de una lamentable decadencia, cierre sin previo aviso.


Obsesivamente recordaba ese sueño.


Se veía mientras bajaba y bajaba atravesando pisos idénticos, alfombrados de rojo, paredes blancas relucientes y cuatro puertas de madera, cerradas y blancas. Un cubo central de escaleras, apenas un pasillo que conectaba cuartetos de puertas desnudas de rótulos. Los techos radiaban una luz brillante y fría iluminando paredes ciegas, sin ventanas, que enmarcaban pares de puertas a izquierda y derecha.
En uno de los descansos un esquema revelaba un tiro vertical como el de una mina, siempre en descenso y a él, sin esperanza de sosiego, ubicado apenas en el arranque. En
tonces despertó.

Siempre estuvo convencido de que esos picaportes redondos y oscuros no requerían de llaves. Si hubiera franqueado alguno de los vanos, quizá lo aguardaba el acceso a un camino donde encontraría su canción y su respuesta. En momentos turbulentos deseaba volver a esas puertas y escapar. Debía calcar el sueño original, reviviendo con fidelidad aquel mundo onírico. Pero presintió que esa misma fidelidad en los detalles lo exponía a despertar al día que tuvo el sueño. A cambio de una salida, se vería forzado a repetir décadas enteras de su vida.

Esa posibilidad, al principio indeseada, se volvió cada vez más atractiva. Valdría la pena revivir el tedio y los deberes escolares sin sentido si conservaba todos los recuerdos. Y también las experiencias. Y también conocimientos y habilidades, sus deseos...
Si no se olvidaba de sí mismo, si lograba encarnar el yo presente en su propio pasado, renacería capacitado para evitar errores, sabiendo qué debía callar o lo que debería decirse, prevenido sobre acciones y omisiones.


Se percató que resoñando adecuadamente podría transportarse a un cualquier momento de su propio pasado, usando sus propios sueños-recuerdos como vínculos a través del tiempo. Secretamente inventó rituales, y tras varios años de combinar fases lunares con fechas exactas y días de la semana, inesperadamente una noche el olor a lluvia le acarreo el recuerdo de un sueño feliz. Y despertó reencarnado en un lejano ayer decidido a nunca revelar que había realizado ese viaje insólito, ni de cuándo provenía.

El principio fue arduo: era difícil decidir cuál era su cepillo de dientes o recrear los detalles de las rutinas cotidianas, y le desconcertaron la infinidad de obligaciones, compromisos y conversaciones que a cada día dan su sabor y de los cuales ahora estaba desconectado. Debía re-conocer su propia vida en todos sus elementos, a riesgo de volverse anacrónico.
Pronto advirtió que los conocimientos que había memorizado para aplicarlos con ventaja le resultaban apenas útiles, pues en cuanto tomaba una decisión que le imprimía nuevo rumbo a su futuro-pasado, con ella se desencadenaban un sin fin de cambios que, en efecto dominó, le hacían irreconocibles los caminos por los que iba enfrentándose.
Aun así, logró enfocarse sobre ciertas tendencias de su vida y la de algunos otros, interviniendo para impedir encuentros y evitar relaciones o actividades sin perspectiva.
A pesar de saber con antelación lo que necesariamente pasaría en el mundo, empezó a angustiarle ver que cada vez se le escapaba más el anhelado control sobre su vida.

Conforme los cambios que ocasionaban sus nuevas acciones crecían como una bola de nieve, también se incrementaba su ansiedad y la tristeza de haber renunciado a su vida inicial. Y entre mayor era su desesperación, incontroladamente comenzó a reencarnarse a otros momentos, a través de sueños pasados o futuros, de su vida antigua o de la nueva, sin orden, creándose más y más futuros cada vez más distintos, irreconocibles.

Entonces descubrió que estaba inmerso en un absurdo juego de serpientes y escaleras a través del tiempo, inerme ante las tiradas de unos dados que lo movían a su antojo adelante y atrás por un tablero cambiante tras cada jugada.
Y, demasiado tarde, supo que las puertas de su sueño habían sido una advertencia, en vez de una invitación. Cada puerta era un sueño-vínculo que no debía abrirse. Cada piso era un futuro alternativo que era preciso evitar. Pero ya era tarde, ahora sólo le quedaba descender más y más por aquel socavón interminable.

martes, 10 de noviembre de 2009

Desamparo

Anoche la vi
no regr
esó al panal
¿la extrañarán hoy?