sobre una acacia
generan vida
espacio irreverente,
desorganizado e indisciplinado
para perder el estrés...
En construcción, disculpe las molestias.
Mientras, tome usted media taza de café.
El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:
«No haces más que ocultarme
el secreto último del Zen».
Y se resistía a creer sus negativas.
Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.
«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.
«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».
«Sí», asintió el discípulo.
Publicadas por jimeneydas a la/s 10:37 a.m.
Etiquetas: haiku
«¡Oh, prodigio maravilloso:
Puedo cortar madera
y sacar agua del pozo!»,
exclamó el Maestro de Zen cuando alcanzó la iluminación
Lo he comprendido al fin:
oigo un canto: veo una flor:
¡oh, que jamás se marchiten!
Netzahualcóyotl
Rey Texcocano, Siglo XV
5 comentarios:
Y fuera de la acacia, también.
Saludos
que hermoso es generar vida...me encantó este breve poema.
El amor se hace más fuerte entre espinas... Abrazos
sensual dentro de su brevedad haikueska
Pues sin duda es un lugar bien elegido. Por un lado para la acacia, puesto que necesita riegos abundantes y mucho abono, y qué mejor que ser abonada con vida.
Y por otro lado para los amantes, puesto que parece que la acacia era tenida por los antiguos como una planta maravillosa por sus propiedades curativas y por su capacidad para ahuyentar la mala suerte.
Habrá que probarlo, con espinas y todo, je, je.
Un abrazo
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