« […] Era un observador demasiado frío y sereno […] Los estudiaba atentamente, y no se le escapaba la menor circunstancia relacionada con las respectivas personalidades. Estaba dispuesto a hacerles todo el bien que pudiera; pero, al final de cuentas, nunca llegó a hacer causa común con ellos, ni les dio ninguna verdadera prueba de quererlos más a medida que los iba conociendo. En sus relaciones con ellos, parecía andar en busca de alimento mental, no de sustento para el corazón. […]»
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