« Eleni le explicó que era una chica de la alta montaña que no estaba hecha para meterse en una jaula y volar más alto que los pájaros. Pasado el aterrizaje, las que pidieron a gritos el cigarrito para tranquilizarse fueron las incontables noches de soledad […] entonces se fumaba un cigarrillo. Y así se fumaba también las lágrimas y la añoranza. Se fumaba la desesperación y el anhelo. Eleni echaba mucho de menos a Aspasia. Echaba de menos el sentimiento de hogar. Pero las heroínas no lloraban. Las heroínas, a lo sumo, fumaban. »
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