« A mí los fulgores de sus ojos me revelaron de súbito que los hombres no pertenecemos a una sola especie, sino a muchas, y que de especie a especie hay, dentro del género humano, distancias infranqueables, mundos irreductibles a común término capaces de producir, si desde uno de ellos se mira al fondo del que se le opone, el vértigo de lo otro. »
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