« [...] la chiquilla parpadeaba para despejar las brumas del aturdimiento. Aunque sólo había estado inconsciente unos minutos, Alice se sumía con rapidez en el sueño más profundo, allí donde moraban las auténticas pesadillas. 'Aquí hay monstruos.' »
espacio irreverente,
desorganizado e indisciplinado
para perder el estrés...
En construcción, disculpe las molestias.
Mientras, tome usted media taza de café.
El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:
«No haces más que ocultarme
el secreto último del Zen».
Y se resistía a creer sus negativas.
Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.
«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.
«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».
«Sí», asintió el discípulo.
« [...] la chiquilla parpadeaba para despejar las brumas del aturdimiento. Aunque sólo había estado inconsciente unos minutos, Alice se sumía con rapidez en el sueño más profundo, allí donde moraban las auténticas pesadillas. 'Aquí hay monstruos.' »
Publicadas por jimeneydas a la/s 12:31 p.m.
Etiquetas: Antologías
«¡Oh, prodigio maravilloso:
Puedo cortar madera
y sacar agua del pozo!»,
exclamó el Maestro de Zen cuando alcanzó la iluminación
Lo he comprendido al fin:
oigo un canto: veo una flor:
¡oh, que jamás se marchiten!
Netzahualcóyotl
Rey Texcocano, Siglo XV
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