«[...] Rossella tiene un sobresalto todas las veces que los faros de un coche iluminan la casa blanca al otro lado de la carretera. Sabe que desde aquel punto son invisibles, tapados como están por la fila de cipreses, pero eso no la tranquiilza. Tiene prisa por sentirlo correrse. Las medias se han desgarrado.
Me has desgarrado las medias, dice, al tiempo que lo estrecha como si fuera el palo de la cucaña.
Lo habías prometido, susurra él con voz estrangulada.
Lo habías prometido: ni medias ni bragas.
Está entregado a su afán como un niño a un dibujo. Traza líneas claras bajo la ropa de ella. Líneas que van de las axilas a los costados, a los glúteos. Y tiene las manos ardientes.
Rosella cierra los ojos. [...]»
1 comentario:
Oh... los recuerdos, jijiji.
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