"[...] Los números de las dos coincidían. La conexión se cerraba.«¡Esto se ha puesto complicado, querido Watson!», le dije al cenicero que había en la mesa. El cenicero, evidentemente, no me contestó.Es inteligente, me dije, sabe que es mejor no meterse en líos. Todos son muy listos: el cenicero, la taza del café, el azucarero, la cuenta. Ninguno abre la boca. Se hacen los locos. Estúpido de mí, siempre me meto en problemas, siempre acabo agotado. Y encima, no tengo ninguna perspectiva de cita en esta preciosa noche de primavera."
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