«Claudia olía a remolacha en el mejor de los sentidos; despedía una fragancia a tierra negra y húmeda recién removida, naturaleza salvaje rebosante de vida en la cual su amante difícilmente resistiría enterrar las manos y embadurnarse el cuerpo. Le resultaría excesiva la llamada de una mujer tan poderosa, con esa sensualidad a flor de piel pese a sus elegantes trajes ejecutivos, o quizá gracias a ellos.»
No hay comentarios.:
Publicar un comentario