«No era hermosa, pero sí encantadora; no era ingeniosa, pero resultaba tan atractiva en su conversación como en su persona. Era extravagante en extremo; tan falsa, que para nada podía uno fiarse de ella; pero, con todo, sus debilidades eran más cautivadoras que las virtudes de otras mujeres; su egoísmo, más delicioso que la generosidad de otras. Nunca he conocido una mujer cuyas faltas la hicieran tan atractiva. Solía ser la perdición de mucha gente, y, sin embargo, todas la querían.»
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