«–¡Ah, son las doce! –exclamó Chichikov por fin, consultando su reloj. –¿Por qué estoy perdiendo el tiempo de este modo? Menos mal si estuviera haciendo algo útil, pero primero me pongo a inventar unas historias fantásticas y luego me entrego al ensueño. ¡Qué tonto soy, de verdad!»
No hay comentarios.:
Publicar un comentario