De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

sábado, 26 de noviembre de 2011



Tiemblan los dientes.
Entre las limas dulces
salió una agria.

1 comentario:

Unknown dijo...

¡Aaaagh! La peor de las sensaciones, entre éso y tomar algo frío con los dientes sensibles, es horrible.

O cuando arrastran una corcholata por el piso o las uñas en un pizarrón. Los dientes me tiembles, eso sí.

Salu2.