De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

lunes, 29 de junio de 2015

Milena o el fémur más bello del Mundo, Jorge Zepeda Patterson



«¿Cuándo se deja de querer a una persona? ¿En qué momento los pequeños detalles que antes parecían curiosos e inspiraban ternura se convierten en manías irritantes? […] ¿Cuánto hacía que los largos silencios que se instalaban entre ellos dejaron de ser burbujas de complicidad y se transformaron en pausas hostiles? »


Zepeda Patterson, Jorge:
Milena o el fémur más bello del mundo,
Planeta (Autores españoles e Iberoamericanos [Premio Planeta 2014]),
México, 2014, p. 216.

miércoles, 24 de junio de 2015

Zepeda Patterson: Milena o el fémur más bello del mundo



«Claudia olía a remolacha en el mejor de los sentidos; despedía una fragancia a tierra negra y húmeda recién removida, naturaleza salvaje rebosante de vida en la cual su amante difícilmente resistiría enterrar las manos y embadurnarse el cuerpo. Le resultaría excesiva la llamada de una mujer tan poderosa, con esa sensualidad a flor de piel pese a sus elegantes trajes ejecutivos, o quizá gracias a ellos.»


Zepeda Patterson, Jorge: Milena o el fémur más bello del mundo,
México, Planeta (Autores Españoles e Iberoamericanos),
2014, p. 152, [premio Planeta 2014].

miércoles, 10 de junio de 2015

El peso del corazón, Rosa Montero



«[…] pero un día […] se puso a comparar unas escenas con otras, unas memorias con otras, y le pareció que su pareja no estaba siempre igual de cariñosa y que quizá el presente ya no era tan bello como el pasado había sido. […] La vida se enturbió y a los momentos de dulzura les fue creciendo por dentro un pequeño dolor, como el gusano que crece dentro de una fruta. […] Entonces […] gritó las primeras palabras de la Tierra. Y éstas fueron “¡Quiero que me digas que me quieres!”. En ese preciso momento, los cielos se partieron, la Muerte descendió sobre la vida y una lluvia de rayos incendió los campos en torno a ellos. […] Las fuentes se secaron, las serpientes se hicieron venenosas y el agua de los ríos enrojeció de sangre. Y no había manera de olvidar todas estas desgracias espantosas, porque en el mundo ya habían aparecido el tiempo y la memoria.»


Montero, Rosa: El peso del corazón: El regreso de Bruna Husky,
México, Seix Barral (Biblioteca Furtiva), 2015, pp. 122-123.

(ligeramente editado)

martes, 2 de junio de 2015

A contraluz
del cielo encapotado
el cuervo negro.