De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Nueva jornada.
Manchitas de café
en el teclado.

viernes, 1 de diciembre de 2017


Tarde en la tarde.
La polilla aletea
en la ventana.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Escrito en el agua, Paula Hawkins

« Hoy en cambio, iba a ser un día de mierda. Lo había sentido en cuanto despertó. No se trataba tanto de una presencia como de una ausencia. La euforia que había sentido al principio, la vengativa satisfacción, ya estaba menguando. Y, ahora que Nel había sido reducida a cenizas, a Louise no le quedaba nada. Nada. No podía dejar su dolor y su sufrimiento ante ninguna puerta, porque Nel ya no estaba. Y temía que, al final, el único lugar al que pudiera llevar su tormento fuera su propio hogar. »

Hawkins, Paula: Escrito en el agua.

México, Planeta, 2017, p. 147

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Se balancea
la última uva
en el racimo


¿intercambiarían la primera línea con la tercera?

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Campo segado.
En la rama tronchada
se secan las hojas.

lunes, 16 de octubre de 2017

Auto de fe, Elias Canetti

« “No me queda más remedio”, dijo y se metió bajo un portón; echó un vistazo alrededor —nadie lo observaba— y sacó una libreta larga y angosta de su bolsillo. En la portada se leía, escrita en letras altas y angulosas, la palabra: E S T U P I D E C E S. Su mirada se detuvo un instante en el título. Luego pasó unas cuantas hojas: más de la mitad de la libreta estaba escrita. En ella iba anotando cuanto quería olvidar. Empezaba con la fecha, la hora y el lugar, al que seguía el incidente destinado a ilustrar la estupidez humana con un nuevo ejemplo. Una cita apropiada, siempre nueva, servía de conclusión. Nunca leía su colección de estupideces; una ojeada a la cubierta le bastaba. Pensaba editarla años más tarde […] »
Canetti, Elías: Auto de fe.

Barcelona, Plaza y Janés, 1982, p. 20.

jueves, 12 de octubre de 2017

Niño de brazos.
Su madre le señala
el arco iris

domingo, 17 de septiembre de 2017

Tarde nubosa
Un rostro en las nubes
cambia su gesto.

jueves, 7 de septiembre de 2017

baricco...

« Escribir, he escrito mucho. Pero escribir es una forma« Escribir, he escrito mucho. Pero escribir es una forma sofisticada de silencio. »

Alessandro Baricco

martes, 29 de agosto de 2017

Esta historia, Alessandro Baricco

« El conde D’Ambrosio metió la marcha, preguntándose qué habría, en ese niño, que no era normal. Se acordaba de él el día anterior, en medio de aquella lluvia, agachado sobre la bicicleta, bajo el rótulo de GARAGE: por mucho que pudiera parecer absurdo, en aquel pequeño paisaje sobre todo estaba él: todo lo demás quedaba un paso atrás. De repente le vino a la memoria dónde había visto ya algo parecido, y era precisamente en los cuadros que relatan las vidas de los santos. O de Cristo. Siempre estaban llenos de gente, y todos hacían cosas que incluso eran extrañas, pero el santo era a quien uno veía de inmediato, no había ni que buscarlo: el que entraba primero por los ojos era el santo. O Cristo. […] »

Baricco, Alessandro: Esta historia.

Barcelona, Anagrama, 2006. p. 43.

lunes, 28 de agosto de 2017

#haiku "dos mosquitos", ft. Grisly

Fe de erratas:

miércoles, 23 de agosto de 2017


Golpe de brisa.
La mariposa muerta
aún planea.

viernes, 18 de agosto de 2017

La salvación de una santa, Keigo Higashino

« Hiromi colocó un filtro de papel en la cafetera de goteo y luego echó café molido con la cuchara medidora. […]
–Al principio sólo hay que echar un poco de agua caliente. Muy poca. Y luego hay que esperar a que se hinche –explicó Hiromi. Vertió una pequeña cantidad de agua sobre el café con el hervidor, esperó unos veinte segundos y volvió a verter un poco más. – ¿Ves? Hay que echarla así , en círculos. El café sube enseguida, así que luego hay que ir añadiendo agua para que se mantenga arriba… »

Higashino, Keigo: La salvación de una santa.
Barcelona, Ediciones B. S . A., 2013, p. 23.


Novela policiaca:
Un rico empresario de Tokio muere un domingo cuando está solo en su casa.
Ha sido asesinado con una taza de café envenenado…

lunes, 12 de junio de 2017

Lavando trastes
la taza del café
aún está tibia.

martes, 6 de junio de 2017

Gesto adusto
y confetti en el pelo.
Vejez solitaria.

lunes, 5 de junio de 2017

Fin del secado.
Los flecos de dos prendas
enredados.

martes, 30 de mayo de 2017

Lluvia a destiempo.
Un caracol ahogado
en la cubeta.

lunes, 29 de mayo de 2017

de Oceáno mar, de A. Baricco

«Se volvió y lentamente regresó sobre sus pasos. […] Andaba, y sabía hacia donde andaba. Eso era todo. Sensación maravillosa. De cuando el destino finalmente se descubre, y se convierte en un sendero inteligible, y huella inequívoca, y dirección exacta. El tiempo interminable de la aproximación. Aquel acercamiento. Ojalá no acabar nunca. El gesto de entregase al destino. Ésa sí que es una es una emoción. Sin más dilemas, sin más mentiras. Saber dónde. Y alcanzarlo. Allá donde esté el destino.
                Caminaba – y era la cosa más hermosa que jamás había hecho. »


Baricco, Alessandro:
Océano mar. México, Anagrama, 1999. p. 142.

lunes, 15 de mayo de 2017

Aseo matutino.
El mango de la escoba
tibio de sol.

sábado, 13 de mayo de 2017

Luna menguante.
En el borde del balde
sombras difusas.

viernes, 14 de abril de 2017

Cinco siete cinco.
Lecho de Procrusto
al sentimento.

sábado, 8 de abril de 2017

Tarde estival.
Sobre el atasco vial
se mece un cuervo.

jueves, 6 de abril de 2017

Suave tersura
las curvas de tu vientre
bajo el cinto.

Viento del norte.
Un globo desinflado
a ras del suelo.

domingo, 26 de marzo de 2017

de "Herejes", Leonardo Padura

« “Yo hoy quisiera llegar a la tristeza que hay en el alma de un hombre de cuarenta años. Quisiera descubrirla, porque es una tristeza nueva… No es lo mismo el dolor que la tristeza, ¿Lo sabías? Tengo mucha experiencia en el dolor, como en la ira, en el desengaño, en la frustración…, y también en el goce del éxito, aun cuando los demás no lo hayan entendido y me estén dejando en el borde del camino… Lo cual no resulta extraño… Pero la tristeza es un sentimiento profundo, demasiado personal.. La alegría y el dolor, la sorpresa y la ira son exultantes, cambian el rostro, la mirada…, pero la tristeza lo marca por dentro. ¿Dónde crees que puedo encontrar la tristeza?” Elías Ambrosius respondió de inmediato, satisfecho de su sagacidad: “En los ojos. Todo está en los ojos”. El Maestro negó con la cabeza. “¿Todavía crees que sabes algo…? No, la tristeza no. La tristeza está más allá de los ojos. Hay que llegar al pensamiento, al alma del hombre para verla y hablar con esas profundidades para intentar reflejarla… […] por eso muy pocos hombres han podido retratar la tristeza… Un hombre triste nunca miraría al espectador. Buscaría algo que está más allá de quien lo observa, una huella remota, perdida en la distancia y a la vez dentro de sí mismo. Nunca miraría hacia arriba, buscando una esperanza, tampoco hacia abajo, como alguien avergonzado o temeroso. Debe tener la mirada fija en lo insondable…”

Padura, Leonardo: Herejes.

México, 2013, Tusquets Editores (Andanzas 813), p. 282-283.

viernes, 24 de marzo de 2017

martes, 21 de marzo de 2017

#haiku "vasos", ft. Grisly

"vasos"

sábado, 18 de marzo de 2017

Grisly declama Haiku

 no me animé a hacerlo yo mismo, así que recurrí a "interpósita persona" para declamar #haiku:

Grisly declama Haiku

viernes, 17 de marzo de 2017

"Herejes" Leonardo Padura

« […]  había perdido no sólo a un amigo: aquella muerte prematura funcionaba como una lobotomía de lo mejor de su memoria, pues se le esfumaba el testigo y comentarista de miles de recuerdos compartidos, jirones de reminiscencias comunes que se desvanecerían. O, en el mejor de los casos, ya no volverían a ser las mismas memorias si al evocarlas no podía preguntarla Pepe Manuel si se acordaba de algún detalle, para, con la respuesta siempre afirmativa, entrar una vez más en la amable morada de la complicidad y de unas vidas compartidas. […]»

Padura, Leonardo: Herejes.

México, Tusquets editores (Andanzas 813), 2013, p. 153.

jueves, 9 de febrero de 2017

Tibia humedad
tu aliento en mi pecho
cuando dices "sí"

miércoles, 8 de febrero de 2017

Las torres del olvido, George Turner



« [Billy] Estaba desafiando a Mamá para que reconociera que, en su aislamiento, ella no sabía nada. Entonces yo no había captado aún la utilidad de ignorar deliberadamente algo, de mantenerlo fuera del alcance de la mente o de contemplar los hechos bajo una luz especial que eliminase el salvajismo. Únicamente ahora, años después, puedo interpretar el discurso de Billy como una estrategia destinada a aleccionarnos antes de que la ignorancia nos perdiese. Entonces no podíamos concebir que todo aquello, viniendo de una especie de vigilante sucio y maloliente, estuviera precisamente inspirado por una forma de amor.»


Turner, George: Las torres del olvido.
Barcelona, 1987, Nova B de Bolsillo (Ciencia Ficción). p. 70.

jueves, 2 de febrero de 2017



Por el jabón
pasa la araña patona
sin resbalar.

¿intercambiarían la primera línea con la tercera?

lunes, 23 de enero de 2017

Elsa Morante: Araceli



« Y a partir de entonces empecé a aprender la exacta verdad del dicho corriente sobre los muertos: que van al Paraíso. El Paraíso es esa sustancia radiante, encantada, que con el tiempo crece alrededor de los muertos dejándolos para siempre incólumes y nutriéndolos con su esplendor. No está demostrado que este destino corresponda a todas los muertos, al contrario, tal vez a pocos. […]

                Verdaderamente, a lo mejor, los muertos quieren que su belleza crezca en el secreto, del mismo modo que en los paraísos de amor la desnudez de las enamoradas se oculta a los extraños y se guarda para los amantes. (Una contradicción de los muertos es que a menudo –aunque fugaces e imprevisibles– se dejan visitar mejor que los vivos.) »


Morante, Rosa: Araceli.
Barcelona, Bruguera (Narradores de hoy),
1984, pp. 302-303.