«Entonces la besó, y ella le acarició la cadera con la rodilla, gesto que no puede efectuarse si ambos participantes no están acostados de lado y frente a frente. Y estaban acostados de lado y frente a frente —con Lyle en el colegio— y por tanto la caricia imposible en otras circunstancias ahora sí era posible, probable, necesaria, inevitable, aunque quién habría querido evitar el profundo estremecimiento que ambos sintieron cuando se saludaron sus articulaciones. Luego, Marcus entró en aquella encantadora mujer.»