De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Venta de libros.
En un viejo poemario
notas al margen.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Guardia aburrido
pulsa su tolete
como guitarra.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Suenan a lluvia
los pasos del pájaro
en el tapanco.

sábado, 1 de noviembre de 2014

La casa de los siete altillos, Nathaniel Hawthorne



«Poco después, el huésped comenzó a apreciar la fragancia del café que se le había servido. Lo sorbió con avidez. La sutil esencia obró sobre él como un filtro encantado, convirtiendo en transparente, o al menos en traslúcida, la opaca sustancia de su naturaleza animal. Un destello de espíritu se comunicó a su persona.
            –Quiero más, más –exclamó con nerviosa prisa, como si estuviese ansioso por retener lo que intentaba escapársele–. Esto es lo que necesito. Les ruego que me sirvan más.»

Hawthorne, Nathaniel: La casa de los siete altillos,
México, 1988, Eosa (Colección Biblioteca 59),  p. 139.

Pájaro libre.
Los loros del vecino
copian su canto.