De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

martes, 29 de mayo de 2018

Kaiser, Vea: Los héroes felices


« Eleni le explicó que era una chica de la alta montaña que no estaba hecha para meterse en una jaula y volar más alto que los pájaros. Pasado el aterrizaje, las que pidieron a gritos el cigarrito para tranquilizarse fueron las incontables noches de soledad […] entonces se fumaba un cigarrillo. Y así se fumaba también las lágrimas y la añoranza. Se fumaba la desesperación y el anhelo. Eleni echaba mucho de menos a Aspasia. Echaba de menos el sentimiento de hogar. Pero las heroínas no lloraban. Las heroínas, a lo sumo, fumaban. »

Kaiser, Vea: Los héroes felices.
México, 2016, Alianza Editorial (Alianza de novelas), p. 229.

lunes, 28 de mayo de 2018

Tarde ventosa.
El perro olfatea
la hoja que cae,

martes, 22 de mayo de 2018

sólo aromas
quedan detrás del vidrio
recién lavado.

Los héroes felices, Vera Kaiser


« La fascinación que sentía Eleni por aquellos mamotretos gordísimos e incomprensibles era todo un misterio para Lefti. Con lo temperamental que era la chica…, incapaz de quedarse sentada quieta cuando uno quería hablar con ella, siempre brincando de un lado para otro y cambiando de tema sin cesar. Durante tres años, había ido a la estricta escuela femenina del valle, donde el principal objetivo era preparar a las chicas para las tareas del hogar, pero donde ella no había aprendido nada excepto a elaborar sus respuestas con más gracia y mejor retórica para llevar la contraria a los mayores. Tal y como Lefti esperaba, llego un momento en que le expulsaron. »

Kaiser, Vera: Los héroes felices.
México, 2016, Alianza Editorial (Alianza de novelas), p. 68

jueves, 10 de mayo de 2018

SIlencio, Shusku Endo


« […] hasta dónde puede llegar la indiferencia del hombre por el hombre. Sí… Pecado no es, como se piensa de ordinario, eso de robar o decir mentiras, no. Pecado es que un hombre pase sobre la vida de otro hombre olvidando las huellas que ha dejado en él. »

Endo, Shusaku: Silencio.
Barcelona, Edhasa (narrativa histórica), 2017. p. 114.

lunes, 7 de mayo de 2018

Ritmo silente
El vaivén del cuchillo
sobre la tabla

viernes, 4 de mayo de 2018

Edith Pearlman, Miel del desierto


« [Alice] estaba desnuda antes de que el suéter liberara la cabeza de Richard. Y así, recostada, con los muslos desnudos cruzados contra su propio deseo, observaba el resto del desnudamiento, el cuidadoso plegado de las prendas. A veces lo de cruzar los mulsos no le funcionaba, y había de rendirse a una primera delicia mientras él se afanaba colocando la chaqueta en el respaldo de la silla. No hoy, sin embargo. Hoy se las arregló para mantenerse distante, como buena profesora que era, y esperó hasta que su cuerpo quedó cubierto por el igualmente disciplinado cuerpo de él; Abrió las piernas; y a continuación la profesora solterona y el médico erudito se descargaron de sus personalidades exteriores, se juntaron, rodaron, volvieron a rodar, luchando cada cual por incorporarse en el otro, por hacerse uno solo, por integrar un nuevo organismo que sólo deseara hacerse el amor a sí mismo durante todo el día. Quizá alguna tarde les mudara la piel, a ellos o al nuevo organismo, les salieran alas, echaran a volar, […] »

Pearlman, Edith: Miel del desierto. México, 2017.
Alianza Editorial (alianza de novelas), pp. 304-305.