Secciones amansalocos
De "El canto del pájaro", Anthony de Mello
El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:
«No haces más que ocultarme
el secreto último del Zen».
Y se resistía a creer sus negativas.
Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.
«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.
«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».
«Sí», asintió el discípulo.
domingo, 31 de enero de 2016
La misteriosa llama de la reina Loana, Umberto Eco
Publicadas por jimeneydas a la/s 6:10 p.m. 0 comentarios
Etiquetas: Antologías
lunes, 25 de enero de 2016
Gogol, siempre Gogol (Las almas muertas)
«—Me da envidia oírle—dijo el visitante.—Enséñeme a divertirme como lo hace usted.—¿Por qué estar aburrido? ¡Caramba¡—respondió el caballero gordo.—¿Por qué estar aburrido? Porque la vida es aburrida.—No come usted lo bastante, eso es todo. Debía probar el efecto de una comida adecuada. Es una nueva moda que han inventado, eso de aburrirse; en otros tiempos, nadie se aburría.—¡Basta de jactancias! ¿Quiere usted decirme que nunca se ha sentido aburrido?—¡Nunca en mi vida! No sé cómo es, pues yo no tengo tiempo para aburrirme. Uno se despierta por la mañana: se ha de tomar el té, ¿sabe?, y luego hay que hablar con el administrador; después voy a pescar y ya es hora de comer; después de la comida, apenas si le queda a uno un rato para la siesta cuando viene la cena, y luego sube el cocinero y tengo que darle órdenes para la comida del día siguiente. ¿Qué tiempo me queda para aburrirme?»
Publicadas por jimeneydas a la/s 5:49 p.m. 0 comentarios
martes, 19 de enero de 2016
Insisto en que Gogol me retrata...
«Unas dos horas antes de la de la comida, Andrey Ivanovitch entraba en su escritorio para ponerse a trabajar seriamente, y seria era, por cierto, su ocupación. Consistía en meditar una obra que había estado considerando desde hacía mucho tiempo. Esta obra había de ser […] en fin, una obra de tremenda transcendencia. Pero hasta ahora la colosal empresa no había pasado de la etapa de las meditaciones: la pluma se mordía, aparecían en el papel unos bosquejos, y después se dejaba todo a un lado, sustituyéndose por un libro que ya no había de soltarse hasta la hora de comer. El libro se leía con la sopa, con el asado y la salsa, y aun con el pudín y, por consiguiente, algunos platos se enfriaban y otros se devolvían sin probar. Luego aparecía el café, que se saboreaba con la pipa, y, por fin, Andrey Ivanovitch jugaba consigo mismo un partido de ajedrez. Qué hacía después hasta la hora de cenar, es verdaderamente difícil determinarlo. Creo que sencillamente no hacía nada.»
Publicadas por jimeneydas a la/s 5:59 p.m. 0 comentarios
Etiquetas: Antologías
jueves, 7 de enero de 2016
Y yo así, todos los días,
«–¡Ah, son las doce! –exclamó Chichikov por fin, consultando su reloj. –¿Por qué estoy perdiendo el tiempo de este modo? Menos mal si estuviera haciendo algo útil, pero primero me pongo a inventar unas historias fantásticas y luego me entrego al ensueño. ¡Qué tonto soy, de verdad!»
Publicadas por jimeneydas a la/s 12:20 p.m. 0 comentarios