De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Anuncio!

Ciclo de conferencias sobre los códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
La del lunes 26 de marzo, sobre el Códice Azoyú 1, la dictará mi esposa, Elizabeth Jiménez :-)
Aquí el programa completo

martes, 28 de febrero de 2012

Para meditar sobre la "modernidad" y la "globalización" ...


…unas palabras de Michael Crichton, el autor, entre otras obras, de Parque jurásico:

»En siglos pasados, los seres humanos deseaban ser salvados, o mejorados, o liberados, o educados. Pero en nuestro siglo quieren ser entretenidos. No es la enfermedad o la muerte lo que más nos asusta, sino el aburrimiento. Una sensación de tiempo en las manos, una sensación de no tener nada que hacer. Una sensación de que no nos divertimos.
            Pero, ¿adónde irá a parar esa fiebre del entretenimiento? ¿Qué hará la gente cuando se canse de la televisión? ¿Cuando se canse del cine? Todos conocemos la respuesta. La gente acudirá a las actividades participativas: los deportes, los parques temáticos, los parques de atracciones. Diversión estructurada, emociones planificadas. ¿Y qué harán cuando se cansen de los parques temáticos y las emociones planificadas? Tarde o temprano, el artificio resulta demasiado evidente. La gente empieza a dase cuenta de que un parque de atracciones es una especie de cárcel, donde uno paga por convertirse en preso.
     El hastío ante este artificio los impulsará a buscar autenticidad. “Autenticidad” será la palabra que abra todas las puertas en el siglo xxi. ¿Y qué es auténtico? Todo aquello que no está concebido y estructurado para obtener un beneficio. Todo aquello que no está controlado por las multinacionales. Todo aquello que existe por sí mismo, que adopta su propia forma. Pero en el mundo moderno, claro está, no se permite que nada adopte su propia forma. El mundo moderno puede compararse a un jardín formal, donde todo está plantado y dispuesto en función de un determinada efecto. Donde no hay nada intacto, donde no hay nada auténtico.

Crichton, Michel: Rescate en el tiempo (1999-1357),
Random House Mondadori (Debolsillo),
México, 2006, pp. 599-600.

Aunque esto fue escrito en 1999, antes del boom de internet y las redes sociales, deja mucho que pensar, ¿no?

Pinta colores / en el piso mojado / el cubo de luz.

domingo, 26 de febrero de 2012

Charla de viejos.
El contorno del monte
siguen las nubes.

jueves, 23 de febrero de 2012

Se va el frío.
Otro año que las perras
mudan de pelo.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Planté gardenias.
Me quedó la alianza
llena de lodo.

domingo, 19 de febrero de 2012

¡Perdí la sazón!
Demasiada pimienta
en las chuletas.
:(

viernes, 10 de febrero de 2012

Microcuentito

Fracasó como taquero. Padecía del sindrome de la tortilla en blanco.

Lluvia ligera.
Los granitos se hinchan
en el salero.

miércoles, 8 de febrero de 2012


“[…] ¿Es preciso traducir todas las palabras? En ocasiones, una palabra no traducida puede servir para recordarnos que el lenguaje no es significativo, que la inteligibilidad es sólo uno de sus elementos, una de sus funciones. La palabra no traducida carece de funcionalidad. Está ahí, simplemente. Por escrito es un conjunto de letras que, articuladas con mayor o menor acierto en la pronunciación, producen un complejo de fonemas un sonido más o menos musical e interesante, un ruido, un objeto. La palabra no traducida es como una roca, como un pedazo de madera. Su uso, su significado, no es racional, definido y limitado, sino concreto, potencial e infinito. En principio. Todas las palabras que decimos son términos no traducidos.”

Le Guin, Úrsula K.:
El eterno regreso a casa, Edhasa, Barcelona, 1989, p. 494

martes, 7 de febrero de 2012

Va la muchacha / leyendo en el metro / y se sonroja

lunes, 6 de febrero de 2012

Ya está circulando el No. especial 42 de Arqueología Mexicana: "Los códices de la Biblioteca Nacional de Antropología".
Lean "El Códice Azoyú I", pp. 34-37 de Elizabeth Jiménez, mi esposita bonita :-) Excelente impresión, por cierto, un ejemplar que hay que tener en la biblioteca de cada quien.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuarto aniversario
A modo de autocrítica y agradecimiento *


 

* O, en palabras del notable antropólogo B. Malinowski:
Confesiones de ignorancia y fracaso :(


Media taza
café y tres sonetos
sabor lírico
© P. B.


Como cada aniversario de este Rincón Amansalocos, recibo un haiku de regalo que manda una de las primeras lectoras de este blog. Y lo aprecio en mucho por venir precisamente de quien me introdujo a ese mundo maravilloso (y complicado) del haiku.

De hecho, fue por su insistencia que comencé a generar intentos tímidos y completamente fuera de la métrica ortodoxa. Y digo a “generar”, y no “escribir”, pues muchos de los que pienso jamás los vierto al papel, a veces porque los considero muy malos o simples, o a veces simplemente los olvido.

Al tiempo que me maravillaba leyendo haikus, clásicos o modernos, y exploraba páginas dedicadas al tema, también me fui adentrando en las discusiones sobre la métrica, que si es aplicable o no considerar las sinalefas y hiatos, del conteo de versos esdrújulos y agudos, etc., hasta llegar a unos discusiones verdaderamente bizantinas sobre las reglas fonotácticas (tuve que aprender qué era eso) tan particulares del japonés, con su ausencia de consonantes líquidas y la obligatoriedad de seguir la secuencia consonante-vocal y como se podría relacionar esto con la fonología del castellano.

Eso por hablar sólo de la forma. Al entrar en el fondo de la cuestión se me complicó aún más: que si poner o no poner verbos, que la referencia forzosa al kigo, que si sólo se valía hablar de las florecitas y los pajaritos… Y como en todo nicho de mercado cultural, también encontré círculos muy cerrados, los clásicos “clubes de elogios mutuos”, además de otros que sostienen que el haiku es para principiantes y los verdaderos iniciados escriben tanka… (tanka veri moch, yo paso, detesto el esnobismo y las pretensiones de segregar al común de los mortales del olimpo de los elegidos).

Al final, alguien me desasnó y me enteré que mis tercetos no aspiraban a haikus, sino a un género llamado senryú “que se centra en la existencia humana, incluyendo a menudo humor negro y cinismo sobre las miserias mundanas, a veces con un toque de humor que no está presente en el haiku”. Y es que en eso de las tipologías puede uno enfangarse fácilmente, por ejemplo, si le habláramos a alguien de principios del siglo XX sobre un “corrido” de su época, lo más seguro es que obtuviéramos un fuerte regaño por que la pieza, por su temática, más bien se cataloga como un “ejemplo”, un “son”, una “cola”, o bien una “relación” o una “tragedia”.

Y aquí es donde hago la autocrítica. Sé cuán pretencioso es llamar “haikus” a mis tercetitos, que publico algunos aquí, y muchos más Twitter y en Facebook, de un solo maquinazo, sin revisión alguna, por lo que muchas veces después encuentro mejores formas de expresar esas pequeñas maravillas que, por cotidianas, se nos pasan por alto en la mirada de mis perras o el papelito que se quedó atascado entre los cardos…

Algún mérito he de tener, pues me han llegado felicitaciones en los comentarios, en las redes sociales o algunas veces más en corto. También me he percatado de que hay algunos visitantes asiduos a la etiqueta “haiku”. A todos ellos, amigos, o pasajeros ocasiones que aterrizan por aquí, expreso mi más sincero agradecimiento por acompañarme en estas locuras. Si no es mucho pedir, me gustaría que externaran su opinión, pues también es necesario que a uno le señalen los errores.

Así es que preveo que en el futuro siga dedicando las entradas de este blog a publicar tercetitos-tipo-haiku, algunos sólo de mi invención y otros en los que, al carecer de una buena idea para completarlos, recurro a la ayuda de mis amigos twitteros al proponer una parte del terceto y recabando las sugerencias.

Y, para demostrar que ésa será la tendencia, aquí está el primero del quinto año del blog:


Viaje próximo.
No veré la cayena
abrir mañana.