De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

jueves, 20 de septiembre de 2012

"Melancholia" de Banana Yoshimoto



"
En ese momento me acordé de Mayu, tan ávida de felicidad y, sin embargo, tan apagada, pasiva, ambigua, retorcida.
            Sólo era extraordinaria en un aspecto.
           Poseía un talento que hacía que a uno se le olvidara todo lo demás y la respetara: su forma de sonreír.
           Cuando ella, que poseía al menos cien sonrisas diferentes por motivos profesionales, sonreía de repente sin objeto, de forma inocente, su sonrisa llegaba directamente al corazón de las personas y borraba todos sus defectos.
            Era una sonrisa dulce, como cuando las nubes se disipan en un soplo y dejan ver el cielo  la luz, a la misma velocidad con que las comisuras de la boca se alzan y disminuye la distancia con respecto a las de los ojos. Una sonrisa pura, radiante, tan apaciguadora que llegaba a conmover, sana, espontánea. Su fuerza no se oscurecía siquiera cuando tenía el hígado destrozado, el rostro demacrado o la piel ajada.
            Pero se la llevó a la tumba.
           Debería haberle dicho cómo era su sonrisa. Siempre, todas las veces. Debería habérselo dicho en lugar de quedarme mirándola boquiabierta.”

pp. 18-19

Yoshimoto, Banana
“Melancoholia (unos años antes)”,
en Amrita, Maxi-Tusquets Editores,
México, 2010, pp. 9-33.

1 comentario:

Martha Molina dijo...

Las sonrisas derriten témpanos de hielo, apaga incendios, derriba barreras, y nos desarma. Sonreír, alegra el alma.

Saludos, gracias por seguirme en mi blog.

Nos estamos leyendo.