« Unos dos meses después de su intento de suicidio, Otoko había sido internada en una clínica psiquiátrica de ventanas enrejadas. Lo supo por la madre, pero no le permitieron verla.
–Si quiere, puede verla desde el corredor –le había dicho la madre–; pero yo preferiría que no lo hiciera. Me horroriza la idea de que usted vea a la pobrecilla en esas condiciones, y ella se perturbaría mucho si lo viera.
–¿Cree que me reconocería?
–¡Por supuesto! ¿Acaso todo esto no es por su causa? »
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