De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

martes, 3 de mayo de 2022

La patoaventura de hoy...

Hoy en la mañana comencé haciendo mi obra buena del día (que me costó un poco de trabajo).

Resulta que al abrir la ventana de la recámara voy viendo un murciélago enredado en la consertina (algo así como un alambre de púas, pero en vez de picos tiene navajas), y para colmo de males para el animalito, quedó en el mero sol.
Así que rompí mi rutina de las mañanas y bajé al patio para desenredarlo, cosa algo difícil porque me la pasé más de media hora haciendo equilibrio en la escalera como a tres metros del suelo, mientras batallaba entre las navajas de la concertina tratando de liberarle el ala que quedó ensartada en el alambre. Y pues los guantes de carnaza como que no ayudaban para tarea tan delicada, pero me imaginé que al bichito no le iba a hacer gracia que lo estuviera manipulando, y en efecto, trató varias veces de morderme.
Total, después de varias gotas de sangre de su ala (y de mi brazo que se apoyó donde no debía), lo pude liberar y se fue volando, al parecer no se le dañó mucho el ala.
Y ya.
P.d. si me vuelvo vampirito y los visito una noche de éstas, ya saben la razón, je. ah, y no, no hubo fotos, a pesar de que el animal se las merecía (tenía muy bonito color), creo que no podría manejar el celular con los guantes puestos...

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