De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

viernes, 21 de enero de 2011

y me volvio a dar por los cuentuitos


La comisión de seguridad multó a Caronte. No traía salvavidas en su barca.
“Culpable de monopolizar el mercado" dictaminó el juez. Y Caronte tuvo que aceptar la competencia del Royal Princess.
Caronte detestaba tener que rechazar a las almas de quienes creían en la reencarnación.
"Los que mueren ahogados se quieren pasar de vivos", pensó Caronte cuando los pasajeros del Titánic declinaron su servicio.
Caronte nunca aceptó pago con tarjeta. Ya tenía bastantes problemas con los euros.
Los pasajeros que más desquiciaban a Caronte eran quienes habían sido marineros. Le criticaban la manera de gobernar su barca.
Caronte no quiso copiar las medidas de seguridad de los aeropuertos. Quizá alguien le hiciera el favor de hundirle la barca.
Caronte rechazó el apercibimiento: "Si queréis que Cerbero traiga bozales, venid a ponérselos vosotros".

1 comentario:

Clarice Baricco dijo...

Pero qué barbaridad con Caronte.

Que te siga dando por los cuentitos. Escribe más.

Abrazos.