De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

viernes, 12 de julio de 2013

confesiones...

Definitivamente, en mi vida anterior fui ¡Sargento! (o a lo mejor prefecto de secundaria...)
Si hay algo que me pone irracionalmente de mal humor son las filas (en el cajero automático, para entrar al metro, etc.) mal hechas, y más si el(la, los) que están detrás de mí en vez de mantener su lugar distancia se ponen junto a mi hombro...
¿Tan difícil es hacer una cola bien hechecita? (que raro, nunca había escrito esta última palabra) ¡sin gente que deje huecos o haga que la línea tome curvas medio extrañas!


Perdonenen el exabrupto, prometo en la medida de lo posible no ventilar más mis fobias (o filias), porque fíjense que otra cosa que me "saca la piedra" (como dicen mis amigos venezolanos) son los cables torcidos de los cargadores de celular...

2 comentarios:

Espaciolandesa dijo...

A mí también me molestan las filas más hechas, porque confunden. Luego he visto filas bifurcadas por culpa de gente que se forma un poco salida y los que van llegando la siguen.

Y en cuanto a los cables, a mí me molesta que el cable del auricular del teléfono se tuerza :P

Anónimo dijo...

Un saludo afectuoso amigo.No me saco la piedra tu escrito.

Te recuerdo.


Penelope.