De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

domingo, 21 de julio de 2019

Ramiro Pinilla, El cementerio vacío


« –De mis correrías por aquellos bailes regresé siempre de vacío –le aseguro.
–Unos tienen más gracia que otros para engatusar y sacar tajada. ¿A qué ibas tú, a buscar novia o a sacar tajada?
–Nunca lo pensé, yo iba porque iban los demás, la cuadrilla. Y a los mozos de por allí tampoco les gustaban los de Getxo. A veces, para escapar de una paliza, teníamos que descruzar la Ría a nado porque no estaba en Portu la barquilla del puente.
Silencio.
–¿Tú también?
Las facturas sin registrar descansan a un lado del librote.
–Yo también
No me cree.
–¿Cuándo?
–En el 38, en el 39...
–Tenías diecinueve años, veinte... nunca te oí hablar de ello. No te veo con diecinueve años persiguiendo chicas. »

Pinilla, Ramiro: El cementerio vacío: un caso de Samuel Esparta.

Barcelona, Tusquets (Andanzas), 2013, p. 18.

No hay comentarios.: