«[...] Y, sobre todo, ese cuerpo que tenía entre sus brazos. Podía distinguir en la oscuridad el dibujo exiguo de sus formas. Lo había poseído antes de que le diera tiempo de conocerlo. Sin embargo, no le era extraño. Parecía una ola suave e inmóvil de brillos y sombras. Bastaba un solo movimiento de su mano para volver a comprobar la ternura de aquella piel y para devolver a esos brillos y sombras, como sacados de un sueño, su forma viva y corporal. No obstante, no hizo ese movimiento.»
Secciones amansalocos
De "El canto del pájaro", Anthony de Mello
El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:
«No haces más que ocultarme
el secreto último del Zen».
Y se resistía a creer sus negativas.
Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.
«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.
«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».
«Sí», asintió el discípulo.
jueves, 1 de febrero de 2024
Cenizas y diamantes, Jerzy Andrzejewki
ANDRZEJEWSKI, Jerzy: Cenizas y diamantes.
Barcelona, Bruguera (Narradores de hoy). 1985, p. 284.
Publicadas por jimeneydas a la/s 8:42 p.m.
Etiquetas: Antologías
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