De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

sábado, 11 de enero de 2014

regresando a la infancia

De niño (aún me acuerdo) me gustaban mucho los sacapuntas que hacían "esculturitas" en la punta de los lápices, ¡y acabo de descubrir que tengo uno!

Recuento autobiográfico:

Después de la preparatoria me habitué a escribir con portaminas porque me sudaban las manos y al sacar punta hacía un batidero... Los lápices pasaron al cajón de los recuerdos, porque hasta para mi chamba de editor usaba minas de colores. Y ahorita no encontré un bendito portaminas en toda la casa, jeje

1 comentario:

Espaciolandesa dijo...

Órale... no sabía que existían tales sacapuntas.

Me gustaría tener uno :P

Yo casi siempre uso portaminas porque o soy muy mala para sacar punta o la calidad de los lápices de manera decayó drasticamente :/