De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

jueves, 24 de abril de 2014

"A menudo he pensado en lo que escuché entonces y en el lenguaje que emplearon. Me pregunté si los hombres tenían más facilidad a la hora de considerar a los demás no como cuerpos, como vidas, sino como números, cifras, juguetes de la mente que mover en un campo de batalla mental. Esta separación del cuerpo les resultaba conveniente, los empujaba a actuar por el placer de actuar, por el placer de manipular cifras, las piezas del juego. El amor a la patria, el honor, la libertad, se convertían en conceptos que plantear ante los dioses y ante el pueblo que sufría, mataba y moría en aquel juego. De modo que aquellas palabras o conceptos, el amor, la libertad, el honor, perdían totalmente su auténtico significado. Entonces aparecían quienes las despreciaban por carecer de sentido, y los poetas debían esforzarse por devolverles la verdad que les era propia."

Le Guin, Úrsula K. Voces,
México, Minotauro, 20016, p. 158

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