De "El canto del pájaro", Anthony de Mello

El discípulo se quejaba constantemente a su maestro:

«No haces más que ocultarme

el secreto último del Zen».

Y se resistía a creer sus negativas.

Un día, el Maestro lo llevó a pasear por el monte.
Mientras andaban, oyeron cantar a un pájaro.


«¿Has oído el canto de ese pájaro?»,
le preguntó el Maestro.

«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que
no te he estado ocultando nada».

«Sí», asintió el discípulo.

viernes, 30 de mayo de 2014

«La Tierra. También como la palma de la mano está cubierta de líneas y de sendas, sus caminos reales, más tarde nacionales, cuando no del señor ayuntamiento, y tres son los aquí expuestos porque tres es número poético, mágico y de iglesia, y todo lo demás de este destino está explicado en las líneas de ir y volver, carriles de pie descalzo y mal calzado, entre terrones y matojos, entre rastrojeras y flores bravas, entre el muro y el desierto. Tanto paisaje. Un hombre puede andar por aquí la vida entera y no hallarse nunca, si nació perdido.»
Saramago, José: Levantado del suelo.
España, Santillana, 2007, p. 9

1 comentario:

Unknown dijo...

Os caminhos da vida dizem os entendidos estão gravados nas palmas das nossas mãos. Eles podem alterar-se