«Y no vivo la espera de la muerte en el segundo que sigue, sino la resurrección al terminar el segundo que precede. Vivo en un especie de reguero de alegría. Vivo en el surco de mi júbilo. Y comienzo a sentir un placer prodigiosamente inesperado… Es como si a cada segundo volvieran a darme la vida. Como si mi vida se hiciera más sensible con cada segundo que pasara. Vivo. Estoy vivo. Estoy todavía vivo. Sigo estando vivo. No soy más que una fuente de vida. La borrachera de la vida empieza a dominarme.»
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